LOS BUENOS VECINOS
Por Rosabel Argote

¿Por qué odiamos a un vecino, con quien compartimos ideología, clase y cultura, pero cuyo árbol nos hace sombra en nuestro jardín?

Comedia negra sobre las relaciones de vecindad: convivencia, coexistencia y hostilidad; sobre el odio ilustrado; y sobre la supuesta sociedad del bienestar.

PAÍS, AÑOIslandia 2017

DIRIGIDA PORHafsteinn Gunnar Sigurðsson

REPARTOSteinþór Hróar Steinþórsson, Edda Björgvinsdóttir, Sigurður Sigurjónsson, Þorsteinn Bachmann, Selma Björnsdóttir, Lára Jóhanna Jónsdóttir, Dóra Jóhannsdóttir, Hjortur Johann Jonsson

ETIQUETAS TEMÁTICAS

Tras una supuesta infidelidad, Atli es expulsado de casa por su mujer, quien no le permite ver más a su hija. Se ve obligado a mudarse a casa de sus padres, que están envueltos en una pelea con sus vecinos debido a que su imponente y hermoso árbol da sombra en el patio de los mismos. Mientras Atli lucha por ver a su hija, la confrontación vecinal se intensifica hasta límites insospechados. Sin embargo, el tema frontal y central de la película no es la pequeña disputa. El árbol es un pretexto, un símbolo para reflejar un torrente de frustraciones reprimidas de un grupo de personas en un momento de crisis en sus vidas. Simplemente viven unos al lado de los otros. (Sinopsis de Cinemagavia).

CRÍTICA VeCINEMATOGRÁFICA

Para hablar de convivencia intercultural sin hablar de migración ni asilo, hay una modalidad de películas en las que la trama gira en torno a un elemento anecdótico cualquiera, el cual no tiene que ver ni con la extranjería ni con el refugio. Este elemento anecdótico, que a veces funciona como excusa y otras veces funciona como metáfora, tiene la función de hacer de catalizador de una reflexión sobre las dinámicas relacionales y de vecindad con el llamado “otro”. Puede ser, por ejemplo, un árbol.

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ESCENAS DIALOGOS Y DETALLES TÉCNICOS Y ARGUMENTALES QUE NO SE NOS PUEDEN ESCAPAR

  • El odio entre personas
    El odio es lo contrario del amor, aunque algunos matizan que es la indiferencia. Recomendamos aquí el visionado de ¿Por qué odiamos?, producción que los oscarizados Steven Spielberg y Alex Gibney realizaron en 2019 para Discovery Channel, con el formato de serie de cuatro capítulos titulada precisamente ¿Por qué odiamos? Dicha serie aborda cómo existe un tipo de odio entre grupos que se explica a través de los prejuicios que crean determinados estereotipos que alimentan el rechazo que termina en odio.

    Sin embargo, el odio que refleja la película Buenos vecinos no es ese odio entre colectivos; es un odio de dos familias, vecinas, cada una con sus problemas. Para explicar cómo se genera y cómo crece dicho odio, la neurociencia habla de una “brecha de empatía”, que consiste en un proceso de deshumanización de la persona a la que odiamos. Es decir, para odiar a una persona cercana, necesitamos deshumanizarla, siendo esta deshumanización un proceso racional, no impulsivo. ¿Realmente somos conscientes de que podemos llegar a deshumanizar a personas cercanas a las que, de lo contrario, no podríamos odiar?  ¿Ser conscientes de ese proceso de deshumanización podría llevarnos a intentar revertirlo?

  • El odio ilustrado.
    Islandia es un país poco conocido, con algo más de 360.000 habitantes, el salario medio es de 70.000 euros anuales y el sistema de protección social es de los más potentes del mundo. Hablamos pues de una sociedad educada en el civismo, que ocupa uno de los primeros lugares entre los países más felices del mundo. Sin embargo, en Buenos vecinos, el director Hafsteinn Gunnar nos ofrece la otra cara de esta sociedad del bienestar que encierra mucha hipocresía. Ello nos recuerda que, a la hora de analizar las relaciones de vecindad/odio de las dos familias, es importante el contexto, para no olvidar que en las sociedades más avanzadas el odio y el rechazo también están presentes. 

Preguntas y reflexiones para el debate y la dinamización en encuentros y cine-forums

  • Una mirada a los delitos de odio desde la psicología humana.
    Los llamados “delitos de odio” están en la agenda política y, si se nos permite un poco de ironía, están de moda. Se abordan desde una mirada normativa y judicial. Así el odio, como sentimiento que es, no puede ni debe ser castigado. Lo que se castiga son las acciones cometidas por una motivación de odio hacia alguien, por una característica relacionada con su origen, etnia, orientación sexual, etc. Sin embargo, la neurociencia debería jugar un papel relevante a la hora de afrontar estos delitos. Si prestamos una mayor atención a los mecanismos por los que una persona termina odiando a otra, podremos evitar que esta realizara determinadas acciones violentas… aunque la contrapartida implique que debamos conformarnos con una solución intermedia entre la convivencia y el rechazo.

    Lo defendemos en un contexto ideológico en el que, dentro de la literatura sobre modelos de integración de la población migrante, el modelo de convivencia intercultural es el mejor visto, el modelo asimilacionista es el malo de la película, y el modelo multicultural de coexistencia de culturas no tiene tampoco buena prensa. Sin embargo, la pacifica coexistencia es en ocasiones a lo que debemos aspirar. Desde el reconocimiento de mi vecina o vecino como persona con iguales derechos y obligaciones en la comunidad, no tiene por qué caerme bien. Mi vecina o vecino puede incluso que me caiga mal.